El parto con la bolsa de aguas intacta es lo que se conoce como parto velado, emantillado, con toquilla. Es extremadamente raro, incluso cuando se intenta a drede, pero puede ocurrir tanto en partos vaginales como en cesáreas. Este hecho ha estado rodeado de leyendas desde la antigüedad.
Históricamente de los niños que así nacían se pensaba que tenían poderes extraordinarios o que iban a tener mucha fortuna, aunque la realidad luego fuera muy distinta. Al emperador romano Antonius Diadumenianus del siglo III, que recibió este nombre por el velo, cinta o diadema con la que había nacido, sin embargo, la buena fortuna no le acompañó: murió asesinado muy joven. Otros quisieron dar una explicación lógica a las creencias sobre la buena fortuna que traía el velo amniótico. Ambroise Paré, considerado el padre de la Cirugía moderna, argumentó que los niños que nacían con el velo amniótico lo mantenían en su cuerpo porque habían tenido un parto fácil, mientras que los que nacían sin él se habría roto en un parto largo y doloroso; es decir, que un niño que nacía con el velo amniótico había empezado su existencia en este mundo con buen pie.
Algunos profesionales de la obstetricia han presenciado estos partos una o dos veces en su vida y todos coinciden en afirmar que se trata de algo muy emocionante, en el que es posible ver al bebé tal como se encontraba hace escasos momentos en el vientre de la madre.
Desconocía esta información y me ha encantado, gracias por compartirla!!
ResponderEliminarGracias a ti por interesarte y leerlo. !Muy interesante tu blog!
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